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    Pilar Rivera

    hace 1 año, 7 meses

    El Jardín de las Mariposas

    Había una vez un pequeño pueblo llamado Arcoiris, situado en un hermoso valle rodeado de montañas. En este lugar mágico, la igualdad entre todas las personas era un valor fundamental. Los habitantes de Arcoiris creían que cada individuo tenía un color especial en su corazón, pero todos esos colores eran igual de hermosos y valiosos, sin importar su origen o género.

    En el centro del pueblo, se encontraba un jardín encantado conocido como «El Jardín de las Mariposas». Era un lugar misterioso lleno de flores de todos los colores del arcoíris, pero lo más asombroso de este jardín eran las mariposas que lo habitaban. Estas mariposas eran diferentes a las que se encuentran en cualquier otro lugar del mundo, ya que cada una de ellas tenía alas de colores únicos y brillantes.

    En Arcoiris, las mariposas eran consideradas un símbolo de la diversidad y la igualdad. Los niños del pueblo solían visitar el jardín para aprender sobre la importancia de la variedad y la belleza en todas las formas y colores. Había una tradición especial en la que los niños debían atrapar una mariposa y observar su color de cerca. Luego, debían soltarla para que continuara su vuelo libre.

    Un día, una niña llamada Maya visitó el Jardín de las Mariposas con su abuelo. Maya tenía la piel de un tono dorado y cabello oscuro, mientras que su abuelo tenía la piel de un color rico y profundo. Juntos, se sumergieron en el jardín y observaron mariposas de todos los colores imaginables.

    Maya quedó encantada por la belleza de las mariposas y decidió atrapar una. Después de un largo rato persiguiendo mariposas por el jardín, finalmente logró atrapar una con alas doradas y azules. La sostuvo suavemente en sus manos y la observó de cerca, maravillada por la exquisita combinación de colores en las alas.

    En ese momento, su abuelo se le acercó y le dijo: «Maya, recuerda que estas mariposas son como las personas. Cada una es única y especial a su manera, al igual que tú y yo. Debemos tratar a todos con amor y respeto, sin importar su color de piel o género».

    Maya asintió con la cabeza y soltó la mariposa, viendo cómo volaba libremente hacia el cielo. A partir de ese día, ella y su abuelo compartieron la historia del Jardín de las Mariposas con todos en el pueblo, recordándoles la importancia de la igualdad y la aceptación.

    En Arcoiris, la lección del jardín se convirtió en un recordatorio constante de que todas las personas, al igual que las mariposas en el jardín, eran hermosas y únicas en su propia forma. El pueblo vivió en armonía, celebrando la diversidad y promoviendo la igualdad entre todas las personas, sin hacer distinciones de raza o sexo.

    Y así, en el hermoso pueblo de Arcoiris, la igualdad floreció como las coloridas flores del Jardín de las Mariposas, recordándoles a todos que, en el corazón de la diversidad, la verdadera belleza yace en la igualdad de cada individuo.

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